Una de las razones por las que decidí estudiar Comunicación tiene que ver con las historias: escucharlas, observarlas, leerlas… Y, sobre todo, creer en el poder que también tiene el poderlas contar. Por ello, esta decisión profesional –y un mucho personal– de enseñar en universidad se trata de poder compartir con otros esas historias que me encantan ver y oir, que he experimentado o que también, a su vez, me han contado. Poder compartir un poquito de lo que sabemos, de lo que nos apasiona, es también aprender otra vez de quien nos escucha. Y yo aprendo mucho en cada sesión con cada uno de mis estudiantes, un full circle de aprendizajes diría yo. Creo que es la mejor manera no sólo de mantenerse actualizado, sino de también cuestionarse ideas que ya una traía dentro y que empuja a verlas de otra manera.
Con las herramientas, técnicas y teorías que esta carrera brinda, además de todas las ideas que traen en esas cabezas que no paran nunca, no dudo de la capacidad y entrega que puedan tener para construir y compartirnos una oleada de relatos frescos. No me canso de decirles que tienen un montón de posibilidades para crear, desde su estilo y pasión personal y desde la trinchera técnica y mediática que cada uno escoja. Ni tampoco me canso de recordarles que eso también implica mucho compromiso y mucha responsabilidad con quien habrá de escuchar, ver y leer esas historias: uno nunca sabe cómo una de esas historias cambiará una mente, un mundo. Me dará mucho gusto ser una de esas mentes transformadas a partir de alguna de sus historias…
Sean felices y sigan creando.
Por Jennifer Margainsalvador